Imagen cogida de la red
LLAVE IMPOSIBLE
Es así la niebla viajera sobre el
deletreo de los sueños, ramas donde las proas
son páramos, y abismo el riel
calcinado de los trenes.
Siempre los escapularios como el
cuentagotas de sal del alma.
¿Qué tiempo nos alimenta a través
de estas sandalias desgastadas del aliento?
¿Qué tapices habrá que arrancarle
al calendario o a los antifaces?
¿Hacia qué tren los viejos
durmientes de la sangre, el collar ácido de guijarros,
apenas los gemidos como vagones
extraños?
Abyecto el hollín sobre el cuerpo:
a menudo uno quiere abrir el ojo de la aurora,
y respirar racimos de buenos
augurios; pero ella es una sortija que agosta
la garganta y hace del tránsito,
un coágulo de barro seco.
Uno desea saltar sobre las reses
negras de los tapiales y hacer que desaparezca
la tristeza y su enorme cántaro
de vieja metrópoli.
Otros, esperan sentados a que la
historia los absuelva; mientras,
busco en el buen samaritano, una
sastrería, o una farmacia, o una casa
con manos extendidas, o una calle
tranquila sin apiñamientos de ninguna índole.
(Ahora veo al país sin ninguna llave posible. Son distantes los sueños
y las ventanas; no así, los candelabros,
ni esos exilios que también mutilan nuestras infancias.)
Todos los días nos acecha la
aguja del ahogo, el trozo de delantal de
la viudez
y la oscuridad; en el poyetón no
está el hechizo de ninguna llave, sino el plato
consuetudinario del aullido y la
tortura de hielo de la miseria.
Barataria, 04.XI.2015
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