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PALABRAS EN FALSO
A
las esquinas que rozan el silencio, las palabras en falso y los juramentos
con
pespuntes, carteles al óleo y paisajes donde amanece el cierzo.
¿Quién
se fía de la actualidad y sus instrumentos de suplicio? Resplandece, sí,
el
chorrito de agua y las adolescencias dulces en los balcones,
en
el spot glorioso del engaño.
(Se confunde el universo de
la risa y la insolación, el polvo y las monedas oscuras
de los sueños, la
cabuya en la miopía de lo transparente: la pantalla gigante
jamás puede ocultar
la suciedad de los que hablan otro idioma,
la calle es apoteósica en desvelos y
en obsesiva zozobra.)
Cómo
no entender el sofoco subliminal de los semáforos.
El
cine mudo tal vez nos daría más oxígeno u otras ficciones compartidas.
Ante
la realidad de las palabras, la almohada puede ser una ventana respirable;
a
menudo personificamos la hojarasca con fragancia de profecía.
Cada
día que transcurre es más evidente el búho que pasea sobre las ojeras
de
la agonía insoslayable. Ladran los perros ante las manchas de la semana.
Alrededor
nuestro hay cazadores de alambradas caritativas.
Todo
lo vamos atando a una sed inadvertida; en la línea de la sombra, vigilan,
nos
vigilan, el patetismo de las palabras agrietadas.
Ante
los falsos ornamentos, debemos pensar en todo lo que ha llovido…
Barataria,
24.II.2015
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