Imagen cogida de la red
RESPIRACIÓN DEL OLEAJE
Hay
una sensación de subir o bajar, de fluir en el tallo de los litorales.
Entre
las aguas, los muslos del lenguaje, la página de espuma que rompe
los
sentidos, el sonido subterráneo en cascada que ansía salir de lo profundo.
En
los coágulos de las aceras,
los
nichos ambulantes de la amnesia y sus huéspedes inmersos en la noche
hincada
de los escapularios. Se impone lo incierto debajo de la lengua.
Sólo
sé caminar en medio de los médanos de mi única muerte: recuerdo
la
hojarasca a mi lado y el mundo negro de mis calcañales.
Toda
la fe es ciega certidumbre; el oleaje, delirio solitario, profundo tiempo
de
las aguas en el seno de la concavidad.
—A
veces fluctúas en el bostezo de los espectros.
A
veces es incierto tu cráter tránsfuga.
En
mis extremidades crece el grito, los contratiempos arqueados de las hernias,
el
furor de los caballos del agua, el laberinto disperso de los metales,
el
apretado sudario de las estaciones. Divago en medio de paredes líquidas.
(Son muchos los demonios que
me tientan; bajo el sueño se desmorona
el horizonte y su desvelo
de sal. En tu suave carne caigo al vacío. Resbalo
en la hoja de la nostalgia de
tu arenal de caracoles.)
—Cuando
queme toda la luz, nadie podrá negar la ceniza, el agua secreta
de
la noche y su respiración de íntima garganta.
Barataria,
26.II.2015
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