Imagen cogida del FB de Pere Bessó
BOSTEZO DE LA NOCHE
Pienso en el capullo de la
intimidad, en esa otra cara sepulcral del buen samaritano.
Uno nunca termina de
morir en el suelo de esta patria imposible.
(El problema es la artritis con esa dosis de eternidad.)
Después de la apoplejía de los
jardines, solo nos han quedado los chiriviscos
del sueño, ese otro zodíaco de
smog.
Las telarañas tienden a
reencarnar el alfabeto: siempre hay discípulos
para este pulso ciego. Siempre
hay quien vacíe catacumbas y se muerda
las ingles de manera vergonzante.
La eternidad es apenas bostezo de la noche,
de ahí la herrumbre en los
sentidos.
En el árbol del alma, —me dices—,
caben todos los escepticismos.
Entonces, —pienso—, habré de
vivir perennemente el infierno y su fiebre
de tormenta apocalíptica.
Antes ciertas indolencias, el
yagual retorcido de la saliva, el desmayo irreparable
y el despojo, la zarza
inmutable en las ventanas.
No son efímeras estas sombras que
aletean en el aliento como aves agoreras.
De este tiempo, únicamente
heredamos huesos y lápidas y salmuera.
Barataria, 22.I.2015
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