Imagen cogida de la red
EN
LA CALLE
Avanzan en
la calle las aguas de la noche: transcurren, allí, los panfletos
en medio
de la multitud. Cada baldosa es
salpicada por frenéticos gritos.
Hacia la
vena abierta, el poder de los puñales.
(Cada sombra reclama sus
nostalgias, los hilos descoloridos de los nudos,
o las monedas del poder con su
garganta de barbasco. Más de una calle
nos muerde con su rabia de
tormenta, más de una piedra duele en el rostro.)
Nunca hay
límites para el pavor que produce el río de los muertos.
Como un
hueso colgado de la voz,
estos
candiles que mueren al pie de las estatuas: este tiempo escarba desde
los dientes,
desde las palabras que abren espejos.
Ya en todo
el aliento, la sal gastada de las ojeras y el feroz rincón del futuro.
Las paredes
abren extrañas tormentas de tinta: crece el sonido de la barbarie
y todas las
llagas al punto de la fiebre.
Salvo un
golpe de suerte, el asfalto nos torna miserables.
¿Quiénes
usufructúan esta maldición? —(No vos y yo), carentes de lanzallamas
y conspiraciones.
Mientras, sigamos jugando a la Esperanza.
Yo me
resisto a ser solo mueca de aullido en este mundo de noches prolongadas
Barataria,
16.I.2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario