Imagen cogida de la red
DISUELTA HUELLA
Todo está allí, y sigue
estando allí, en las palabras
misteriosas, que fueron
dichas, pronunciadas,
rotas en una voz…
Carlos Bousoño
Después de fenecidos los claveles esta
sangre mía disuelta en la incandescencia de los cristales: cada quien es desde
su escritura el fuego o la sombra su propio vía crucis en el entramado en la
grieta de la conciencia destruida esos intentos de respirar en el viento y
derretir lo inasible uno se harta del polvo y la hojarasca de la noche sin
estribos de todo cuanto anida el veneno ¿Quién se fía de la sífilis en el ojo
ajeno? alrededor de tanta piedra la hedentina de los días colapsados la furia
anónima de la herrumbre las estrofas calcadas de las criptas (que se coman su propia crítica sobre los
charcos del día aquellos que sufren la carencia de ventanas aquellos que sólo
crepitan en zumbidos) yo simplemente respiro y me aparto de los guantes del
estampido ante los ruidos del vértigo renazco en la ceremonia del cierzo estoy
mudo frente al carbón el laberinto de ese reino no me interesa ni la calle
insólita de alientos perversos en este país gótico dejé de darle importancia a
las catacumbas siempre me resultan patéticos los siglos de alcantarillas y el
pensamiento de algunos días poco afortunados cada quien es su universo a la
medida del caos que lo habita me río ante la concavidad de los cuchillos me río
de las batallas campales sin adversario me río de las telarañas ateridas y del
miedo que tiene su propia vigilia ¡cuánta saliva iracunda revela la boca! ¡cuánto
vinagre como deidad del gusto! sí no tiene rumbo la apoplejía ni el charco en
el que se hace reverencia al moho ahora emergen terribles válvulas de escape
como rejillas de pequeños sueños sobre lo vítreo del horizonte dejo que la
polilla preñe otros sueños no los míos que fermenten su pulso ciego sobre los
chiriviscos no en mis párpados dejo que las asimetrías roan neumáticos asfalto
quimeras sopores de otra intimidad que no me pertenece (es triste no poder dormir o perder la claridad en lo estático de los
túneles escanciar los pájaros ajenos vivir día a día en la prisión del ascua
tensos de urgida perversidad) entonces conmueve todo este acendrado
ejercicio de vivir del prójimo sin miramiento a la cárcava que se construye
sobre el propio espacio de la sombra quizá nada quede después de ese fuego
avieso: no existe manantial crecido que perviva sobre la superficie de las
convulsiones salvo el botín de las propias frustraciones quién es quién después
de la diafanidad del poema solo el que aprende a navegar desde su herida sin
duda el espejo tiene su fluir: claro que a veces disfraza los insomnios muerde
la tinta ajena arrecia con su bestia genética todo lo impensable puedo hablar
de todas las amarguras que atraviesan como dardo el aliento pero resulta
difícil deshabitarse de todas esas criptas retorcidas acaso porque prevalece la
carencia de luz supongo que nadie busca “en su palabra la blandura ni busca su
mano ni descifra” la causa de sus “horas muertas” en el jardín de ciertos
simbolismos hay que brindarle una flor al enemigo…
Barataria,
13.12.2014
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