miércoles, 19 de abril de 2017

PUERTA ABSUELTA

Imagen cogida de la red






PUERTA ABSUELTA




Alguna vez siquiera en lo más remoto de la tormenta, un escapulario
asomando entre los balidos crispados del tiempo.
Es necesario ver los peces en la escarcha de los ungüentos.

Morder las peceras donde se deshace el humillo de los burdeles y el abanico
mojado de las muecas: siempre entibio, por si acaso, el alboroto de sal
de mis sueños, los ángulos que van dejando los suspiros,
la pócima de cuerpos exhibidos en la parsimonia,
las inocencias sin emolumentos, pero sí, con dentelladas galopantes.

A voluntad de la piedra los caminos sinuosos y las distancias sudadas.

Dejo soterrado al país que sofocó mis desvelos; acomodo mi saliva
como telaraña,  entre todos mis cansancios.

Envejezco de sellos postales esperando nuevas noticias: sólo quiero 
contagiarme de prójimos en este día cerrado de chuchos y laberintos.
Justo es entender los miedos y su aliento de espesas colillas.

¿Quién escapa de las raspaduras del ansia? ¿Quién de la desabotonadura
de los gallos a deshora? ¿Quién de las ventanas torcidas de las braguetas?

—Siempre resultan increíbles las arrugas de lo inmóvil y el parpadeo
descalzo de los pensamientos.
En la jaula dislocada de mis sienes, el ardor de la pecera en mis manos,
la intensidad de aquella pócima inocente en mi boca.

Mañana pensaré si he existido. Mañana, allí, en el hueco de la fosa.
Barataria, 06.III.2017

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