Imagen cogida del blog desdemisojos.org
HORAS INÚTILES
Ante los rincones destrozados de
la memoria, la monotonía de estos días
inútiles, y la consecuente
herrumbre sobre los cuerpos enajenados.
Los antifaces tienen su propia
liturgia, así como sombras y vértigos inexplicables,
como los vacíos al límite
de la medianoche.
En el óxido sinuoso de las
semanas, esta bestialidad de bocas precipitadas,
el amor y los agujeros que
provoca: hay nombres que nos invitan al exterminio,
a la envidia y a las paredes
obscenas de la ciudad que chorrea en nuestros
dientes, como otro centavo
enmugrecido en el pavimento.
¿Quiénes son los mártires en esta
intensidad de rostros confusos y feroces?
¿Hacia qué indiferencia palpitan
las horas?
Surgen coágulos por doquier. A
menudo me resulta confuso un mundo feliz.
Una sola mirada puede petrificar
las heridas o la desnudez.
Un solo eco se torna implacable
alrededor de los perros que deambulan
en el alba y se mean sobre ella.
(Detrás de tantos fantasmas y prostíbulos exaspera la seudomoral y
la falsa
sensatez; todas estas horas tienen ojo de cíclope.
Nada es invisible aunque las moscas se escondan detrás de los
jardines.
Gotea la mancha amarilla del aliento, o el cosquilleo del ciprés
mordiendo
el ojal abierto de lo sórdido. Después el mundo, sólo de las
huellas.
—Nosotros, los que vivimos siempre al límite, no tenemos muro que
preserve
la intimidad; estamos a merced de la ceniza floreciente.)
Si alguien duda, —deberá como
pueda— escapar del fuego…
Barataria, 23.IX.2015
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