lunes, 19 de octubre de 2015

SEMANAS INDELEBLES

Imagen cogida de la red




SEMANAS INDELEBLES




Como la desnudez conjugada en la conciencia, estas semanas quemándonos
hasta los calcañales. Hoy el reloj insiste en ignorar la sequía.
La luz, los bultos de la noche y su repentino embudo irremediable. Su difusa
Corbata sobre la piedra de la penumbra.
En las aceras me persigue cierta nostalgia por las telarañas: ahora las cruces
son un destino, no las ventanas; pero no importa (no es tan horrible como
parece, pensará alguien); después de todo, los sentidos engañan.
Hay señales frenéticas que van muriendo al compás de los transeúntes.
La luz como las semanas es invención de la almohada: uno es hoy, diurno
o nocturno poniente, o antesala de pájaros quemados.
Bajo el cántaro de la duda, la osamenta del luto y su relieve. La intemperie es,
ostentosa en cadáveres, resplandeciente en impurezas.
(Uno siente que todas las piedras de las semanas se gastaron y no es así);
toda la realidad nos sigue masticando los costados, el grito de hierro de tanta
atrocidad, los platos rotos despedazados del infierno.
Uno no se olvida del aliento furioso de las semanas, ni de las audiencias
de hígados al rescoldo, ni del pretérito pluscuamperfecto trasnochado
en la inflación de tantas y tantas osamentas y estadísticas. El espectáculo muerde 
todos los volcanes de la patria, sin contar los suicidios convencionales
y los producidos por la prostitución. Antes uno se deleitaba con el goteo
del escalofrío. Ahora resulta demagógico cualquier recuerdo en este sentido.
Barataria, 2015

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