Imagen cogida de la red
DOLOR DE SER
Bronceo mis raíces como un siervo
en la jornada. ¡Este dolor de bestia y sueños!
Algo me dice que siempre será
oscuro el matorral de los poros en la faena.
Aquí, exprimida toda clase de
ternura: tiempo y hendiduras como una puerta
carcomida por la polilla; como un
insecto disecado en medio del polvo,
las agrias azoteas del desvelo.
(Desciendo los últimos escalones de la carne; no hay edad para
aguantar el hierro
en los párpados, ni cielos que sean benignos con los
relojes,
ni vientos que suturen la tristeza, ni mesas sin memoria gimiente,
ni columpios
que hagan desaparecer los trenes de madera del cansancio.)
Este dolor de ser simplemente
entre risa y sarcasmo, entre ruido y bullicio.
¿Quién recobra su rostro en las
calles y portales?
¿Quién se estremece frente a
otros rostros?
¿Quién duerme en la sustancia del
amparo sin que se recline en lo pétreo
de la fuga? Vivimos en un país de
sordos, envueltos en el cristal gris del humo.
—Alguien, habla con su sombra y
murmura su negrura como el perro taciturno
de la acechanza inclinada en los
hombros.
¿Debo reír, después de todo, en
la tierra del murmullo y el castillo de naipes?
La historia está llena de grafiti
y transeúntes, de lloviznas tardías…
Este dolor de ser en aliento:
espesos sedimentos de heces que dejan
los animales sobre las aceras
estremecidas de la infancia.
En el centro de los atrios, el
pregón del harapo y la fe ciega del Paraíso.
Barataria, 04.IV.2015
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