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CUERPO AUSENTE
Solo el cuerpo ausente
atravesando los rincones oscuros del silencio.
Tal vez porque la oscuridad
madura en la rotundidad de las palabras.
Tal vez porque en el pecho la
ausencia es únicamente memoria: un cuerpo
que se aclimata en los párpados, y
que se nutre de la muerte.
(Mientras los trenes se despiden con su aleteo ronco, los dos
surcos de los rieles,
abren la garganta hasta el cielo. El grito descarna las
lejanías.
Muerden los amarillos de las sienes y la entraña.
Es como si de pronto uno quisiera saltar un muro de dura
inexistencia.)
Desde el recuerdo, el cántaro de
las distancias, el horizonte enfermo de tizne,
y las sombras inducidas del
hollín.
Mis pies de crepúsculo ya no
pueden caminar sobre la noche del asfalto.
Es cadáver la boca bajo la espera
de la tierra.
Frente a los pájaros que deshoja
el ansia, el desierto y sus manos aviesas.
Muerto, siego las sombras de la
noche. ¿En qué cercano vuelo, la ausencia
dejará de ser fecunda? Somos la
vértebra pobre de los días y no el ave fénix.
¡Qué vigilia más eterna la
impotencia sobre un mar de barcas!
—La noche es un túnel donde se
arriman todos los recuerdos, la hoja caída
que nunca retorna al árbol.
Despierto de las semillas; y es
espuma el amanecer…
Barataria, 25.III.2015
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