Imagen cogida de la red
ALBA SUBTERRÁNEA
La mortaja aletea en cada pájaro
del calendario: escultura febril del enigma
que sostiene la sed vertebrada de
la escalera.
Debajo de la crisálida los
caballos salvajes de la noche en su posta.
Hacia lo súbito la bengala de los
ojos y el silencio quebrado de la hondonada.
Han pasado década de filosas
albas: hemos acumulado humedades y olvidos,
mareas infinitas,
y hasta naufragios en el
escombro.
No esperemos milagros en los
aguaceros devastados, en el altar imaginario
cuando nos cunde todavía el
cataclismo y el moho inevitable.
En la arquitectura de los ojos,
sólo el instante al que acude la voz.
Ha habido tanta ventisca que la
tormenta se tornó anárquica (masticamos
los mausoleos recogidos por la saliva y las ruinas capitales de la
inclemencia.)
Nadie nos espera, después de
todo, en la noche oscura del sigilo.
Absorto, la media luz de la
escalera y los agotados cadáveres de la respiración.
Barataria, 12.IV.2015
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