Imagen cogida de la red
FORMAS MUERTAS
Nos vence la hilacha de la
herrumbre cuando muerde los retretes de la pólvora.
En medio del humo repican los
pájaros sajados de la reminiscencia:
cada sepultura arde en los
helados sueños de la desnudez. Quiebro la rigidez
de los gusanos sobre la losa, y
el absoluto cerrado de la noche.
(Uno nunca sabe qué rumbo tienen los hilos del devenir, ni
siquiera importan
los titulares con letras mayúsculas de los periódicos, ni las
vestiduras que rumian
en las calles, ni los marcapasos que repelen a la muerte, ni los
ataúdes
en el bajo mundo de los relojes. Hay tantas formas muertas que uno desconfía
de los escapularios y las encíclicas. Se desconfía de la memoria y
también
del hombre común que cruza la calle con castrada luz.)
En esta desigualdad de mundos en
los bolsillos, la herrumbre agazapada
de la impunidad, y su silla de
disimulos es conjunción de vómito y abstracción.
¿En dónde está el paraíso con su
infinitud de surcos?
Hacia el pecho doliente y las
sienes a punto de estallar, el disfraz y los misales
entre las manos, las camas
ahorcadas en su inmovilidad, rígidas peluquerías
del presente; entre tantos
caballetes de contrapartida, los espejos
de la superstición y el cielo
feliz de la lejanía.
En la lluvia invisible de las conjeturas,
otros destinos taladran los vilanos.
En el ijillo laborioso de los
cántaros, esas formas muertas y prolongadas
de la negación. (Nada es breve en una ceguera
consuetudinaria.)
Como en el desvarío que derrite
sus aguas, esta voraz suciedad de sombras…
Barataria, 16.IV.2015
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