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SUENA EL LLANTO
Donde acecha el llanto, el tiempo
se detiene: cae hasta sofocar las paredes
del aliento. Mañana, otros
recuerdos abrirán las ventanas: el tiempo es así
cuando golpea con estrépito en la
puerta,
cuando las sombras se obstinan a
su carpintería; (una hoja con furia
muerde
los párpados, ¿huyo o me quedo en el pez de la mirada? El paisaje
es pétreo
en los sueños, los insectos desvisten los poros, los columpios
muerden los clavos
del calendario hasta arder en las pupilas.)
Suena el llanto en los travesaños
del sueño. La sal estremece los huesos.
No hay tiempo para recoger las
monedas húmedas de las alcantarillas.
En cada cementerio hay gruesas
substancias de cadáveres.
Cada ojo desnuda sus días de
espejos. En la llovizna de la melancolía,
el gris disparado de todas las
banderas, los cráteres del miedo como las colillas
de la farsa en la sombra ciega
del cuerpo.
—Siempre callamos el amargo de la
mordedura. Debajo de los cielos
de la salmuera, la brasa fría de
la bruma y los conjuros del cansancio.
En la desnudez del ojo, la
memoria sorda del gemido: sordo el sofoco felino
del tejado y la pesada sombra de
la humareda.
Como esos perros flacos de la
melancolía, la historia de la patria prometida.
Barataria, 02.IV.2015
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