Imagen cogida de la red
AFINIDAD CON EL PRESENTE
No diré ayer, ni mañana, rodeado
de moscardones: de mi zapatos sucios cuelga
el horizonte; de mis trenes a
hombros, el presente se desliza en mis huesos.
No diré noche, aunque sea la
noche el harapo largo que amanece en el aliento.
No diré otoño, aunque el otoño
sea otra forma de la miseria que cohabita
en el alba, junto al aire que
derriba los pulmones y rompe los sentidos.
No diré ternura, aunque necesite de
ella una dosis diaria para contemplarla.
En el dictamen del imaginario,
el camino revolotea de espaldas a
los pájaros.
Diré sólo presente, aunque no
signifique nada a la hora de recorrer los sueños
y la esperanza, ( los juegos sucios convocan siempre a la
oscuridad
y no a la dulzura; los relojes se pudren como frutas en las
cicatrices que nos deja
la civilización. ¿Quién sobrevive al maullido de gatos
desgarbados, al grito
ronco de las ventanas, a la mugre que producen los urinarios
públicos?)
En los linderos del presente, toda
mi afinidad con el rocío agredido.
—Vos, yo, en esta herida de lo
extático, diáfanos con almuerzos arrepentidos,
oscuros como los aleros de la
penumbra, fatigados como el perro que quiere
ser escuchado. A veces el
presente sólo es un día con semáforos y cadáveres.
Entro, por ejemplo, al mundo y
allí los rostros de nadie.
Como el presente, entonces, mis
años de bolsillos terribles y los girasoles
en manos del verdugo: en el
estribillo de los sueños, el arbusto crecido del fuego
y su lecho de delirio y
presagio…
Barataria, 06.IV.2015
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