Imagen cogida de la red
SOPLO MORTUORIO
Cada vez las noches en la
proximidad de la madera como un sudario
sin atajos. ¿Quién hila estos
violentos hilos de terror?
¿Quién, Lautréamont, Vallejo, Salvador Espriú,
quién? —Espléndido el abismo,
lo impalpable del sonambulismo en
la fugacidad última del cuerpo.
En la calle siempre añoro la
ternura del viejo paraíso sin sus albedríos;
persisto en las palabras de
siempre y sus párpados amarillos, en la orfandad
ávida de los amantes, en ciertos
recuerdos de confundida habitación.
Asciendo al cenicero de mi propio
espejo: ¿existe la redención sin sudar
de las hamacas? ¿Son infalibles
los símbolos mortuorios para las violentas
bestias de las aceras? —En la
agonía, la salmuera cae desnuda,
de golpe como la lengua
engusanada de la fruta del calendario.
Nada he de amar sin la crueldad
de la muerte…
Barataria, 23.VIII.2014
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