miércoles, 20 de agosto de 2014

CUERPO

Imagen cogida de la red




CUERPO




Hasta que se doblen las esquinas del testamento, las manos aprietan
las ventanas surtidoras del proverbio: cuerpo como la primera escritura
en los puertos. Desciendo hasta el correo de luz de tus enigmas. Desde la hora
de cristal de los minutos, las palabras llegan hasta el interior
del fuego de la sed. La herida triza el vuelo.
(En realidad, nos olvidamos de cualquier enigma; pero no de la fosforescencia,
ni de algunos pájaros que nos sitúan en otro mundo.)
Encima del vestido blanco de los poros, la lengua roja de la sed, tiende
su vértigo de azúcar: es selva la ciudad del sueño en mis manos.
Antes, solo descifrábamos las enredaderas de las moscas y su éxtasis trivial.
Después, nos hemos detenido, —soberano el oleaje—
en las aguas absortas de los pensamientos. Hemos arqueado el fulgor
de la saliva y todo cuanto es tu cuerpo solar.
Ahora estamos más desnudos que antes entre los paralelos de la enredadera;
los dedos abren el sendero del verano.) Y no hay marcha atrás sobre la espiga
o el basalto: resucitamos desde donde cavamos.
Barataria, 18.VIII.2014

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