Imagen cogida de la red
HOJA
En la luz de la tormenta, la hoja
de otoño ahorcada en la lluvia.
Susurra el metal amarillo como un
puñetazo de dominios caprichosos:
debajo de la cuenca de los ojos,
las calles y su letanía de kerosene.
Mordemos siempre el paraíso
sojuzgado por el viento, esa otra línea
de los días ofendidos por la
mueca.
En mis manos ha quedado la ceniza
de la luz, la hoja desmemoriada
de la batalla, el grito sordo que
azuzó el ángelus.
—Después de andar, el último
vilano entre la tarde y su escarcha. Una sola hoja,
—lo sé— no hace todo el follaje;
aun así, me devasta su propio sonambulismo,
el delirio agudo de la telaraña y
sus rieles.
(Toda mi respiración quedó en aquellas lejanas vegetaciones: el
tiempo,
y después, las esquinas de los relámpagos. El cansancio gris de la
ausencia,
el pavimento desbordado de la salmuera…)
Barataria, 17.VIII.2014
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