Imagen cogida de la red
PASOS
Hemos caminado tanto, que ya
olvidé todo el litoral extraño de los puertos.
Mi edad, ya es otra edad que no
cabe en los testamentos, ni en un cofre
de penumbras, ni en uno de esos
perfiles proverbiales del FBI.
Aprendí de los paisajes
extranjeros de mi aliento: derribé horas de muros,
y la orgía de los castillos de naipes (ante el desdén, nunca se agacharon
mis párpados, ni acudí a las cosmogonías del complejo de
barrotes.)
Todo es a fin de cuentas, camino.
En lo profuso también está la fragilidad del
matorral amarillo de la palpitación.
Ya sobre el imperio de las
cronologías, las hojas desechas del paisaje,
y hasta el cascajo de la duda
como visibilidad de lo grotesco.
Hoy solo recuerdo algunos
travesaños de los puertos: los caminos están
hechos a capricho de los pasos.
Una mancha de pájaros muerde la sed.
Barataria, 14.VIII.2014
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