Imagen cogida de la red
FLOR DE MUERTO
En el camposanto todo el amarillo
de la memoria: la flor de muerto
enternecida, ensimismada sobre
mis sienes insomnes. (Es, al mismo tiempo,
reloj decrecido) que alguien se afana en abrir como una ventana.
Caen epitafios en el suspiro de
los cipreses: aquí la violenta fosa
de lo carcomido, la belleza
trizada por el sigilo de lo invisible.
(Después será adoquín y telaraña todo el jardín, negación de color
y aliento,
destino de herméticos goteos. Después, sepia todo el paisaje: el
ritual de la entraña
y la cavilación de los cadáveres.)
—Todo el amarillo de los minutos,
cansados soles en los párpados,
a la espera de jugar a la
vendimia de los párpados. Simplemente a la espera
para darle paso a la nostalgia y
a la tortura de las semanas.
No me resisto a las nueve cuartas
del galope, tampoco tengo argumentos
para contrariar este crepitar:
después, de esculpida eternidad…
Barataria, 16.VIII.2014
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