Imagen cogida de la red
VENTANA
Aquí, a través de la rendija, la
extensión de los cipreses y las vestiduras
desmayadas como un pájaro que cae
en el aserrín del estanque.
¿Dónde hunde el horizonte el
amanecer de los sentidos?
(Atrás de la memoria velo el dispensador de las abejas, la ruptura
de la niebla en el pan sobrecogido del nosotros.)
—A menudo dejo que la lejanía se
lleve sus propios huesos.
Es mejor, —digo, borrar todo y
aprender de nuevo a invocar el coágulo
de los sueños y el aleteo atroz
de las telarañas.
Desde los rostros habitados pensé
en las respuestas a lo desconocido;
no las encontré por más que quise
petrificar las promesas.
Sólo quedó el poema bajo mis
axilas.
Desde este pecho rotundo es
difícil el olvido y Ulyses: cada lenguaje
tiene diverso oleaje, la noche
entra y junto a ella el zarpazo…
Barataria, 23.VII.2013
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