Imagen cogida de la red
BOSQUE
Y, como ahora, la pulsación en
medio del bosque. Esa luz desnuda
de los brazos, los días que
transcurren sin aldabas. (La sombra sin
saberlo
me liberó de la ceniza. Todo fue turbación de antemuros en el
diván
de los ungüentos, en el alma que agotó ceremonias y disturbios.)
—Fue fácil, a fin de
cuentas, hacer recuento de las palabras
destruidas,
de las astillas al borde del
insomnio.
¿De qué noches o días o veranos
me hablas, —dijo sin más el karma—
que desanda en el incendio de las
calles?
—Hoy me toca ascender, —dije—
después de la alabanza del semen y el eco
húmedo del tiempo entre las
raíces del cuerpo.
Dentro del bosque, las horas de
las ramas que transcurren como el espejo
estremecido de la deshora.
(Lo efímero siempre se impone como el dolor que desfolian las
encías.)
Barataria, 13.VII.2013
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