Imagen cogida de la red
ÁRBOL
Seco como la noche a la orilla
del camino, el árbol que siempre
esperó guardar la huella del
aroma del aire y la memoria.
(Todo es como la piedra sobre el césped, tierra agria y desnuda.)
Sobre el tiempo de la espera,
marchito el semblante de la luz,
descuajada la rama,
hasta el punto de ser una voz
tenue: ahora el paisaje exhala su propio
ijillo, el tiempo ganado y
perdido, los amigos que nunca fueron ciertamente,
la materia fingida en la lejanía.
—Al final, no sé dónde termina el
horizonte, ni la palabra del desvelo;
tal vez caminando siempre en la
adustez del camino, encuentre
el silencio que necesito para el
respectivo cauterio.
Por ahora crece la noche y abre
sus brazos la muerte…
Barataria, 01.VII.2013
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