Imagen cogida de la red
DIGRESIONES
Alrededor
de las sombras también gira el infinito, toda ráfaga escarba
en
las uñas de las estatuas; en el nudo de gente que se hace en las plazas,
reconozco la nostalgia: siempre me hundo en el fondo de tantas cicatrices.
Lo
que nunca se dice es lo que a menudo socava la conciencia.
En
el sollozo la levedad insoslayable del agua, la carne sin embargo inverosímil
del
barco impermeable del crepúsculo.
En
las aldabas de las genealogías, no caben las casualidades, ni los trompos
ciegos
empantanados en la boca, ni los fardos de mendicidad en las aceras,
ni
los pruritos del séptimo día en los escapularios.
Juzgo
ya inasible aquella tormenta de esperma alrededor de lo irremediable.
Voy
siempre con ese delirio embalsamado de luciérnagas y trenes;
Alguien
hurgará por mí las destilerías del sonambulismo,
el
almanaque del escalofrío, los días incontables de la sal entre mis manos.
Las
veces que he desatado los nudos del aliento.
Debajo
del césped o el musgo, mi corazón tallado de piedras extrañas.
El
terror de estos días también es visible en los retretes.
(En las fauces de lo
inminente, no habita la solemnidad de las epifanías,
sino el golpe del estiércol
en el hocico, el pólipo del miedo en el olfato.)
Hay
palabras como zapatos que no caben en las manos.
Hay
peces que bracean en la sombra de los ojos hasta morder la gratuidad
del
sexo; a menudo las alternancias son un fraude y no van a ninguna parte.
Barataria,
20.VI.2015
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