Imagen cogida de la red
VENTANAS
FEROCES
Estas
ventanas solas, picoteadas por el vaticinio de los días. Feroces pájaros
gotean
horizontes; no hay tantas armaduras para detener el filo
de todo el
cortejo de cicatrices de la noche.
Muerde el
fuego y todas sus claridades juntas. La sal mastica los azaguanes
de los
peces, esas otras indagaciones del ojo en los cráteres.
En el
sagrario desollado del aliento, los pasadizos de las poleas, las arterias
de la
demencia y algunos girasoles desmoronados.
Al paso de
las aves de corral del murmullo, ciertas onomatopeyas del cascajo,
los
fantasmas del esperma como un caracol empollado de lluvias y vacíos.
Al pie de
tantas paredes, cambian de trinchera los jardines.
(La calle siempre es un óvulo
doloroso: emergen inframundos punzantes
y ancestrales cuerpos que sueñan
una doble vida. Lo he descubierto en el viejo
ropero del asfalto, en el pantano
de tantos egos.)
Del tiempo
pretérico, solo balbucea el alba. El vuelo en las calles es incipiente.
Un día, sin
asistencialismos, asesinaremos la miseria: un día sin herirme
dejarán de
ser feroces cardos o aullido de ponzoña…
Barataria,
20.I.2015
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