Imagen cogida de la red
DEMENCIA
Vivo debajo
de los poros calcinados del fósil innumerable del alba.
Muerdo con
el cortaplumas la saliva de la cuerda floja del pájaro moribundo.
—Siempre es
prolijo el desenfreno en los ijares, en la ingle del bostezo,
y hasta los
estereotipos del plumaje que mecen la lengua del columpio.
¿ A cuántos
grados baja la escalera de la lucha de contrarios,
su flamante
cáscara de fruta putrefacta?
Por cierto,
en la ganzúa del cielo, no caben tantos parias como yo, ni colchones,
ni
laboratorios feroces para vaciar cerebros.
En los
íntimos tragantes del asfalto, buscamos los desagües, los paraguas
vaticinadores
de la esquizofrenia, el mal de ojo sublime de la realidad.
¿A cuántos
grados Celsius se deshiela la sangre, la felicidad de ovejas interminables,
el
vestigio hacinado de los orgasmos?
(En algún lugar remoto de horas
decapitadas, sigo siendo la leche oscura
del crepúsculo y su escombro real
de tercer mundo. A fin de cuentas, pertenezco
a esa sorda oscuridad del
alfabeto. A esa violenta sal que desnuda
los espectros en una bañera de
agoreros dientes.)
Barataria, 26.XII.2014
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