Imagen cogida de la red
INSTANTE
PRIMERO
Nunca fue el
mismo sueño drenado por el insomnio: todos los miedos
acumulados
en la pira de los andenes, nunca la misma acústica del campanario,
siempre la huida
desde aquellos nombres rotos, las alambradas perturbadoras
de la
escoria, la inocencia en duelo de mortaja.
(No hay salmo que cure la sordera
del odio, ni que de súbito germine el asombro,
ni que el territorio descoagule
tanto ojo ciego.)
En el
instante primero de la semilla, también el sudor y la boca del desmayo,
los
violentos platos de la noche,
en infierno
de la soledad como la piedra de un grito.
Tal los dos
espejos de la sed: el mundo, el destino y sus contrastes.
Las obscenas
palabras del hambre,
el discurso
sobre el Paraíso encrespado de niebla o vacío, los teoremas al vacío.
Hecho el
frío, ya no hay memoria para transitar la lejanía, ni sacapuntas
para la
lucidez, ni armarios, salvo las astillas de las paradojas.
—Nosotros
somos la sombra del tiempo y todas sus reincidencias (o una telenovela donde solo actúan bufones o una trampa al derecho de
existir.)
En la rama
primera del aliento, ya la vicisitud de los tapiales, las paranoias
que siempre
engendra el raciocinio…
Barataria,
11.I.2015
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