Imagen cogida de la red
TECHO
La
calle enteramente a oscuras y la estación no ha dejado huella. Hubiera querido
salir y retienen mi puerta. Sin embargo, allá arriba, alguien vela y la lámpara
está apagada. Mientras que los reverberos no son más que sombras, los anuncios
continúan a lo largo de las palizadas.
Pierre
Reverdy
Derruidas
las láminas no queda ninguna garantía sino invocar al cielo asunto que siempre
acaba en mala suerte: todas las semanas
cansadas y tantos chunches viejos como la esperanza siempre me resisto a creer
en la fosa séptica de la noche en las esquinas amenazantes en la parroquia que
me da sacudidas de conciencia desde los viejos paradigmas de la rebelión de las
semanas devolviendo las telarañas: no es una aventura mecánica uno acaba
cercenado por estos juegos antiquísimos uno se funde entre la violencia y lo ilusorio
de la almohada hacia fuera de la champa siempre lo inevitable del día nocturno:
es terrible este jadeo de pájaro moribundo los absolutos que soplan ahora como
una fiesta de cumpleaños nada es todo en este pequeño nicho de hacinado
cementerio en esta pieza velamos todos el abandono entre tabaco y harapos
enredados en el aliento no hay escudo ni mano benigna alcanzable sino esta
suerte de sarcófago y el metal gris del smog en el que nos fundimos en el
petate gastado de la lágrima aprendemos todos los absurdos (es una locura tanta boca y poca mesa elucubramos inusitadamente ante
los potentados del poder) una locura y un peligro esta cama ecuménica de la
muerte desde otras latitudes las casas con terrazas y ciertos abrigos que
humillan a cualquier pordiosero por cierto que la historia me ha procreado
luego la muerte esta señora latifundista de tanta piel marchita —cruzo la sed
de los relojes y esa avaricia que de pronto se torna increíblemente fiera y
lánguida ya he envejecido tanto junto a este taburete de granito: confieso este
letargo de luz y el agravio que siempre busca un abandono solo puedo compartir
el polvo de mis palabras soeces sin más dividendos que esta suerte mal hablada
del desahogo ¿qué podemos esperar en esta región oscura innombrable a veces
donde abunda el deletreo y la mala hora? respiramos los retumbos fríos de la
noche mientras el pecho libra las obscenidades del alma cínicamente el cielo se
nos muestra como arco iris y la basura como un testamento de nuestras
convulsiones (vos) aquí siempre controversial impune ante los remolinos de mi
infierno hundido en este embrollo de velorio privado de pájaros consumido en el
dardo de la penumbra jamás desfila aquí el mundo que merecemos ni el alba en el
bolsillo como hervor primero sino el imposible que desde luego carece de toda
lógica a veces me arriesgo a pensar en las distancias en el desenfado del sol
en alguna rosa saliendo de mi timidez me sorprenden las últimas élites y sus
registros en bienes raíces: por supuesto ya he vivido más de medio siglo de
historia y sé lo que pasa al otro lado de los entendimientos de norte a sur la
profusión exótica de la patria y sus defensores conspicuos de oriente a
poniente sucede igual: el cuerpo enceguecido de la historia y los mausoleos
ascendentes del drama un día por cierto no estaremos en el olvido ni será
irrevocable este infierno no seremos devotos partidarios de lo intrascendente
ni carnaval del orbe ni abigarrados objetos sino simplemente días rescatados
del desafuero…
Barataria, 30.X.2014
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