lunes, 3 de noviembre de 2014

TECHO

Imagen cogida de la red




TECHO




La calle enteramente a oscuras y la estación no ha dejado huella. Hubiera querido salir y retienen mi puerta. Sin embargo, allá arriba, alguien vela y la lámpara está apagada. Mientras que los reverberos no son más que sombras, los anuncios continúan a lo largo de las palizadas.
Pierre Reverdy




Derruidas las láminas no queda ninguna garantía sino invocar al cielo asunto que siempre acaba en  mala suerte: todas las semanas cansadas y tantos chunches viejos como la esperanza siempre me resisto a creer en la fosa séptica de la noche en las esquinas amenazantes en la parroquia que me da sacudidas de conciencia desde los viejos paradigmas de la rebelión de las semanas devolviendo las telarañas: no es una aventura mecánica uno acaba cercenado por estos juegos antiquísimos uno se funde entre la violencia y lo ilusorio de la almohada hacia fuera de la champa siempre lo inevitable del día nocturno: es terrible este jadeo de pájaro moribundo los absolutos que soplan ahora como una fiesta de cumpleaños nada es todo en este pequeño nicho de hacinado cementerio en esta pieza velamos todos el abandono entre tabaco y harapos enredados en el aliento no hay escudo ni mano benigna alcanzable sino esta suerte de sarcófago y el metal gris del smog en el que nos fundimos en el petate gastado de la lágrima aprendemos todos los absurdos (es una locura tanta boca y poca mesa elucubramos inusitadamente ante los potentados del poder) una locura y un peligro esta cama ecuménica de la muerte desde otras latitudes las casas con terrazas y ciertos abrigos que humillan a cualquier pordiosero por cierto que la historia me ha procreado luego la muerte esta señora latifundista de tanta piel marchita —cruzo la sed de los relojes y esa avaricia que de pronto se torna increíblemente fiera y lánguida ya he envejecido tanto junto a este taburete de granito: confieso este letargo de luz y el agravio que siempre busca un abandono solo puedo compartir el polvo de mis palabras soeces sin más dividendos que esta suerte mal hablada del desahogo ¿qué podemos esperar en esta región oscura innombrable a veces donde abunda el deletreo y la mala hora? respiramos los retumbos fríos de la noche mientras el pecho libra las obscenidades del alma cínicamente el cielo se nos muestra como arco iris y la basura como un testamento de nuestras convulsiones (vos) aquí siempre controversial impune ante los remolinos de mi infierno hundido en este embrollo de velorio privado de pájaros consumido en el dardo de la penumbra jamás desfila aquí el mundo que merecemos ni el alba en el bolsillo como hervor primero sino el imposible que desde luego carece de toda lógica a veces me arriesgo a pensar en las distancias en el desenfado del sol en alguna rosa saliendo de mi timidez me sorprenden las últimas élites y sus registros en bienes raíces: por supuesto ya he vivido más de medio siglo de historia y sé lo que pasa al otro lado de los entendimientos de norte a sur la profusión exótica de la patria y sus defensores conspicuos de oriente a poniente sucede igual: el cuerpo enceguecido de la historia y los mausoleos ascendentes del drama un día por cierto no estaremos en el olvido ni será irrevocable este infierno no seremos devotos partidarios de lo intrascendente ni carnaval del orbe ni abigarrados objetos sino simplemente días rescatados del desafuero…
Barataria, 30.X.2014

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