Imagen cogida de la red
ENTONCES
Entonces yo jugaba con los
muertos. Eran los muertos que mis ojos vieron
en el vaso del insomnio. Entonces
las palabras eran pájaros gigantescos.
Entonces soñaba con los largos
colores de las hojas.
Yo era parte de los transeúntes
frente a ventanas frenéticas.
Después, vino el grito oscuro del
reloj, las ojeras crecidas en lo áspero.
Vi los agujeros que producía la
lluvia ciega en las cosas y en la sangre.
Más allá de mi entendimiento, la
idea, la luz, que no llegaba a mis pensamientos:
piedra los brazos y la rama del
aire,
ceniza toda la proclama del
aliento, la verdad imposible de los sombreros.
Entonces, ni siquiera mi voz era.
No era la luz que desmentía todo.
Entonces callé llegado al punto
de hurtar mis ojos.
Callé y vino la verdad desnuda,
sin adornos. La verdad pura de la sal.
Callé, entonces…
Barataria, 26.XI.2014
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