Imagen cogida de la red
APUNTES
Una página tras otra página, como
raídos periódicos en las aceras. (De
cuando
en cuando la inocencia juega con el vacío de los anteojos.)
A veces arde todo lo
incomprensible en los zapatos: los recuerdos, diestros,
en el desasosiego, mientras la
dentadura del mal acecha con sus guantes.
Hay silencios obligatorios que
nunca se oxidan y sombras más invisibles
que la luz de los sueños.
(Ya sé que después de los extravíos del poema uno queda
deshabitado.)
No sé si en cada puerta, cambian
de estación los tiempos inexactos,
los discursos, las máscaras y las
baratijas.
Con excepción de alguna
alambrada, tal vez nada tenga excusas.
Debajo de la noche, siempre se
pierde el sombrero de los adioses, el paraguas
indeciso del cielo. Advierto, de
pronto, que los roedores son más siniestros
que la neblina. Escribo,
simplemente, desde mi jaula…
Barataria, 06.XI.2014
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