Imagen cogida de la red
NADA
Después de todo, lo que vemos es
solo la mueca del tiempo y sus infiernos.
Ante lo innominado, las luces de
bengala y ciertos pruritos de delirio.
A ratos la bisutería coge forma
de tormenta, de marketing, de Dios inmaculado.
Para cubrir la aridez y lo
lóbrego,
las tramoyas espléndidas de las mascarillas
y las alabanzas, acaso obediente
espuma de nuestra existencia. (La historia siempre nos hace ese singular
retrato
de las imposturas.) Soy testigo de esos áridos prodigios.
En la acrópolis de la
superficialidad, me temo que no es válida la inocencia.
Yo solo trato de evitar la muerte
que provocan los anfibios.
Al final de la paja en el ojo
ajeno, la recompensa implacable…
Barataria, 17.XI.2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario