Imagen cogida de la red
CLARIDADES
Tu río de
poros en la claridad de los relojes, muerde el paisaje del surco
con sus
pétalos blancos de husos horarios. (La
claridad siempre es enigma
en el sacramento del sexo.)
(Vos)
descubierta en la levitación del techo de la memoria.
La herrería
del ciprés taladra el cascabel de la tormenta; al vendaval
del
arrebato, el pezón del pecho vuelto cárdeno.
Abajo de la
marquesina del zigzag, avanza el aliento como un jinete que muerde
el sinfín
insurrecto del camino.
Lejos de
toda noche, el ojo inundado de desnudez.
Sé, por
cuenta propia, que los aromas se vacían en las palabras: vos lo sabés
cuando el
pez desviste las cavidades sin límites de abecedario.
Barataria,
23.XI.2014
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