Imagen cogida de la red
VAHO
El
último paisaje se había solidificado a manera de escarcha sobre la
retina
y aprisionaba aquella vista otras veces en constante ebullición y que
ahora reflejaba en su quietud la luz
destilada del amanecer.
José María Hinojosa
Entre tanto vaho
está el vapor de los columpios y las palabras derruidas llevando sus propios
metales —apesta este sahumerio de agendas dispersas y la canonización de ciertos
mamotretos existen buenas y malas noticias y no faltan en la mesa los consejos
ambientales para la vida diaria y los veredictos debo ser fuente —me digo— ante tanta avalancha de absolutos y palabras sacralizadas ciego uno no sabe en
dónde están los excrementos y la basura la poesía no deja de ser una pesadilla
del tamaño del universo en ella se adentran monstruos y todo se vuelve
incomprensible: se pudren los animales
mientras sueño mientras pienso en la próxima lluvia mastico moscas el extravío
es mayor y macabro cuando dejo de ser niño el ojo se pierde de tanto mirarnos
uno entiende esas verdades debajo del candil
¿quién comparte tu locura o la detesta? (uno no es monedita de oro) aun así gozo en medio de esta humanidad
yerma hipócrita apocalíptica ahora tengo los años de la impotencia sé que el
tiempo purificará las lenguas bífidas bifurcadas por la fetidez de las
carnicerías ¿duele más el amor o andar sin lentes? ¿duele el amor su vasto y
cansado imaginario? debo pensar en los golpes de pecho y su estribillo de
telaraña en eso que no ve el ojo humano y es abominable la tanta nostalgia da
anemia la misma cara las noticias sórdidas las adhesiones apoteósicas a la
inmoralidad: me cuesta devorar las mismas noticias el mismo frenesí helado de
las tortillas las consignas que vomitan su vaho en las aceras sin ton ni son
pero todo es normal mientras lo jodan a uno como al hijo ajeno sobre tanto
vejamen se agregan las axilas del tabanco el atardecer mosqueado de los
burdeles el llanto frente al espejo del mundo (vos) en la moribundia de mis
sueños casi con furia el cuchillo del crepúsculo y sus huestes de colillas (en vísperas del nuevo orden las sirenas
apocalípticas de Ezequiel los males y sus grietas y el fuego como un ala juntándose con el mar: el firmamento debajo
de las aguas los gentíos lamiendo sus propias parábolas) ¿en qué momento el ala
se tornó laberinto? ¿en qué estrépito los pedernales sucumbieron allí postrados
en ataduras?) quién justifica los espectros el miedo y esta desnudez a la
luz del árbol y el granizo del aforismo ¿debo beber el alud de mi propia saliva
mientras la luz se fía de la oscuridad? para el vaho y sus presagios
consecuentes sugiero restañar los relojes la fosforescencia del ombligo y
aquella conciencia que alguien horadó en las aguas de Kafka extiéndeme tus
manos y las provisiones del aliento ya no es nuestra la agonía de los cadáveres
no podemos seguir posesos de ciertos asedios debemos ser nadie para leer los
periódicos debemos sorber el rocío sin tornarnos abominables ante el
instrumento de la propia escritura en la brasa las cuatro estaciones del
delirio quizá esa danza extraña de sentirnos vivos esa inmensa caricia de los
andenes quizá los neumáticos de la aurora un pájaro atizado por las estatuas:
el devenir no deja de ser un plato lamido ya por otros pero sigamos vos sos mi
santuario a quien debo seducir en el nuevo orden del absurdo de mis zapatos…
Barataria, 30.III.2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario