Imagen cogida de la red
ISLA
islas
obtenidas con ampliaciones de lágrimas
joven
costumbre de gozar una aptitud para los juramentos en falso
aprovechando
su esterilidad frente a márgenes endebles
Juan
Sierra
Desde lo
remoto la isla del ojo y la caducidad de primavera en la bruma: solo el otoño
Ulyses en la arena acecha cada hoguera del instante los días falsos del
calendario la ferocidad del miedo las consignas del ardimiento reprimido el
litoral y las aguas que germinan en los párpados (nada hay que temer a los naufragios) llevamos días manchados de
amargura la autocompasión aflora en la conciencia en la cresta del agua la
espuma y todas aquellas escenas de mierda que terminan por anegar las sienes y
los pantalones y la camisa de manta y los gestos que nunca se ven en las
fotografías mientras escarbo en los periódicos para descubrir ciertos
eufemismos los clasificados y su cementerio de ataúdes en algún lugar los
pájaros me cortan el aire hay costuras que se han hecho adrede en el horizonte
no hay aquí imanes para halar trenes ni ciudades con ventanas giratorias al sol:
nos quedamos aquí físicamente agotados con los resabios propios de la
vulnerabilidad (vos) cabizbaja sumida en el absoluto de la porción de tierra yo
buscando la puerta de salida de las convulsiones los meandros de las cartas alguna
pared que deje de ser sombra no sé si la isla es nuestra funeraria los años que
antecedieron a los féretros la tangente de la asfixia sobre las alambradas de
la historia de las vaguedades: esta mueca de estar atrapados sin sobremesa sin
fuego casi quemándonos en la oscuridad (por
cierto ya duelen los brazos y los ojos y los hombros) duele esta
destrucción pulsante las magnitudes indefinibles de la balanza la soledad que
nos sorprende en las aguas de estas amuralladas orillas —hazme feliz un rato quiero platicar del aire enrarecido del terror
que me producen los jinetes de la noche de aquellas criptas violentas que se
sembraron en mi pecho de los repiques sordos que suscita mi memoria todo
trasciende —sabes— hasta los excesos en la puerta del labio agrietado del
futuro la vida es bellamente sórdida cuando sucumbe al olvido ¿cómo sigo
explicándome ciego de pecho? ¿cómo le doy crédito a la violencia de la ceniza?
¿dónde deja el pecho de desbordar sus absurdos? ya casi izo la bandera del
crepúsculo en el lienzo de los guantes de las horas el curtimiento también está
en las palabras el paisaje es esta celebración de las sombras permíteme volver
al hilo de las melódicas permíteme sostenerme los costados antes de que la
censura haga lo suyo antes de que la
limosna bese mis manos: siempre es la misma historia que envuelve los fósforos
de los panes de la doctrina de qué otra
manera puedo desenredar mi lengua dormida
mis zapatos gastados de destinatarios el habla no es una naranja en
rebanadas ni un zapote ni un mango verde con sal y alguashte ni una cucharada
de rábano iodado ni una buena noticia sino un número infinito de cadáveres ¿Qué
más puedo agregar a la página que en mí dejó de ser cosmético y vejiga y luna
para la pornografía y otras obscenidades? por cierto hay toneladas de tinta
esperando a la escritura lo sé no me lo digas de pronto el silencio necesita de
astringente y baños maría y hasta sinopsis de los puchitos de escarcha que deja
el sol cuando alumbra en el zigzag de las tejas a veces no conforta el orgasmo
unilateral del cuerpo: de la historia sólo me queda su larvario la sábana sucia
del paisaje el lento camino de la glucosa en mi sangre (excepto
la muerte todo tiene su propia derrota: ¿en qué orificio se puede entrar sin
estridencias al infinito?) una isla es después de todo la página que
absorbe las sombras no hay más tiempo sino la retórica de los espejos…
Barataria, 29.III.2014
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