jueves, 3 de abril de 2014

FLAUTA

Imagen cogida de la red




FLAUTA




Y oías como las espigas crujían…
cuando mis ojos se derramaban sobre tu carne y era posible el vuelo
de las mariposas alrededor de tu sexo, de tu ombligo, de tus pechos, de tu
boca entreabierta por donde salían nubes blancas que humedecían con sus
lluvias nuestros dos corazones.
José María Hinojosa




Parece que el viento abre las cortinas del sonido de todos los días transcurridos de la memoria: en la sartén el globo terráqueo de los suspiros y el bajo mundo de los sonidos con sus flecos de cardo y espina en las cercanías de la hoja del pecho los comandos áridos del polvo o la jícara colgando de la rama quebrada del tiempo en los alrededores de la oscurana el sonido de la piel alto paraguas salpicado de semanas las paredes de adobe sombra y sonido piel gastada de sobresaltos amarillos bajo la tormenta conforta el claustro el poderío del aleteo los dedos en la prisa de hallar la luz y tocar el sonido de la puerta de las aguas del vuelo (ciego rescato la difícil tarea de las flautas) desciendo hasta la enredadera de tu ombligo el columpio del aire es solo el barco que eterniza el perfume el inconsciente de musgo y río y surco a mi espalda la locura de tus ramas la rebelión de la voz que calcinamos ante tantos rufianes no me cabe el volumen de los zapatos en los paralelos perecederos de la lotería ni los dentífricos aunque limpien los vértigos de la memoria (ciego sólo me atengo al alma nacional de la emoción que suscitan los subjetivismos al pulmón pulsante y doctrinario a la voz de siempre sin emolumentos y contrapartidas) el viento instruye mis conquistas el viento del tejado incontenible el viento inexplicable del amanecer: lo vívido que no necesita de anteojos ni de palabras ni de grafitis el crepúsculo es confesional en mi calvario: de vez en cuando se multiplican los sarcasmos dejo que la orquesta habrá los zaguanes para cada quien lo de menos es la caverna lo demás es la magnificencia de la gracia vital (en medio de la jungla suelto los vilanos) y me adueño del sombrero del sonido no necesito reflectores para ver el mar ni de momias inefables para sonreír —cada quien hace lo suyo aunque a menudo es extraño el hedor de las ciudades de pronto me da por creer en el latido de las estribaciones no sé si en el sintaxis unánime de los bolsillos no sé si en la prosodia del vinagre lejos estoy de la pusilanimidad de las fotografías en cámara lenta estoy asqueado de ciertas convulsiones de ciertos griteríos ponzoñosos ya me he hartado del ojo de la humanización de los narcóticos cada quien que oscile como mejor le parezca si alguien me lo pregunta: sólo me fío del sonido de las flautas no del estruendo alevoso y desinflado descreo del fermento de las miradas si de las luciérnagas musicales del ocote de ellas soy asiduo correligionario (ante cualquier presagio las vísceras son imposibles) ya estuve en la oscuridad de la saliva de ciertas horas junté puchitos de pájaros para andarlos en el bolsillo hice de mi propio tiempo antorcha y silbido —ahora no me podés decir que soy sacrílego aventándome larvas de crepúsculos inciertos más allá de lo extrañas que resultan las lápidas tus pies y tu conciencia en mi cadáver ¿oyes que la lluvia muerde los recuerdos? (ya no importa estar vendado si tu voz me da mordiscos en las sienes ya no importa si existo aunque emerja de otra tumba donde tu boca pronuncie sin desmayo ese alfabeto de viento sobre la lápida)
Barataria, 25.III.2014

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