Imagen de André Cruchaga
GOTAS
Nada queda después de la gota que
cae sobre la piedra. Color tensado
en la trama de la penuria.
Cuando las manos en el reojo del
invierno quieren asir lo insólito,
el aire se llena de extrañas
sombras, ante la ansiedad cíclica y pendular,
las escamas quebradas de las
palabras,
y los crudos orgasmos de los
pétalos y el sollozo fatigado, la próxima
estación sigue siendo la sed.
En el fondo, hay que vivir de tal
forma, sin salirse de la tangente: la tormenta
es sólo señal que la ficción
continúa con su rebelión inminente.
Barataria, 16.XI.2013
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