Imagen cogida de la red
DETRÁS DE LA CERRADURA
Detrás de la cerradura, el hollín
descompuesto de las palabras. Algunos
rostros transitorios, el vía
crucis de la alta noche.
(Es triste el País con ropa usada. Las doce campanadas es un
cementerio
de ceniza, hay calles con ropas difíciles.)
Una y otra vez debemos renunciar
a los telares. (Estoy dentro de las manos
del miedo),
en la penúltima lámpara que profetiza la bestia.
—Es irremediable el rostro en el
animal que soy: nazco la hipertrofia
de los recuerdos, lo demás está
en los pergaminos agónicos de los analgésicos.
¿Qué itinerario tiene el cordero?
¿Qué cabeza cubre el sombrero?
En los cuerpos gastados de la
creencia,
ya no parece fiable el tiempo
oxidado en la puerta.
Barataria, 18.XI.2013
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