sábado, 17 de agosto de 2013

SIEGA

Imagen cogida de la red




SIEGA




En cada risa segamos esa lluvia transfigurada en lengua. ¿Bajo qué
robusta luz la claridad nos incendia de vitrales —Nos reparte, digamos—,
el verde de la página, la escalera de las revelaciones?
(Para que todo converja en una sola mano, es nceesario adentrarse          
en la insurgencia del balbuceo o del himno enfebrecido de la ráfaga.)
Por suerte, en el centro de las rotaciones, nada es resistencia ni cicatrices.
Entonces a manos llenas bebo las aguas del invierno y si acaso las algas,
materia ciega en mis manos…

Barataria, 11.VIII.2013

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