Imagen cogida del FB de Lucia
Belea
CONJUGACIÓN
El agua hasta el cuello después
de recorrer los ijares. Abajo, el alfabeto
de la arena, abiertas, rotas las
aguas de los husos horarios.
Nombres abandonados, irrevocables
y ciegos, —nosotros, ustedes—
A punto de morder el colofón de
la desmemoria del burdel del presentimiento.
¿A qué espejo le buscamos su
paradigma? —el propio lexema,
la inflexión de la punta de lanza
de lo efímero?
Sin embargo, entramos ciegos a
las calles defectivas de algunas palabras:
(El nido de hormigas del aliento se pierde en la niebla del pájaro
Cubierto de candiles.)
—No creo, por lo demás, que
exista el pluscuamperfecto en la sábana
sorda del subsuelo. Tampoco puedo
elevar el subjuntivo a campana
cuando el grito ya se tornó
prehistoria…
Barataria, 06.VIII.2013
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