Imagen cogida de la red
RUMOR DE LA SOMBRA
Descalzo en medio de sueños
inconclusos, las raíces del tiempo
en el estanque: el zumo en la
herida respirada, la sombra en desorden
¿la sombra? ¿Los cabellos
azotados por el viento? (La rama a media
asta de la respiración con su imposible sombra de bosque.)
—Te veo venir —me has dicho
siempre desde lo inmóvil—, desde el soy
o fui, fijo como la losa
perdurable de la oscuridad, (veo en el
caudal
de mis manos los límites) pulsa el ciego magma que habita las pupilas,
muerde el rumor que me pronuncia
¿callo? Todo lo demás es el recuerdo
de la muerte anticipada, el puñal
que reina en la sal.
¿Puedo olvidar todo aquello que
conozco?
(Este ahogo de campanas es perfecto en el pecho. ¿Es sombra o
niebla?)
Las noches con su vómito invaden
mi sangre. El ojo allí en el suicidio
de los espectros, la esquina del
miedo colgando de telarañas, ¿miedo,
he dicho? —Miedo, sí, miedo
cuando escupo sobre la herrumbre de la tarde,
miedo al ataúd de la locura,
miedo al pájaro que sale de las
alcantarillas o de la fosa,
miedo a esta carne con larvas, —(el desquicio es otra forma de estar vivo)
miedo al muro espeso de los
absolutos, (huyo y nadie me absuelve)
¿Puedo no saber y saber al mismo
tiempo de la sed, destruir la fantasía
del orgasmo o imaginar otro
laberinto secándose las lágrimas?
—Por suerte sigo aquí, sobre el
asedio de los relojes. ¿Sigo? ¿Aguardo?
La sombra es densa, (ayúdenme) que aún existo. Estoy en mi
cadáver.
Barataria, 26.III.2013
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