Foto de Images inaire, cogida del FB de María Bentancor
Conde
CERTEZAS
Nunca estuve tan seguro como
ahora: deslumbra como monedas
ese juego de brumas hacia la
noche, —ya es incurable la mácula lustrosa
del mimbre de la conciencia.
—Por cierto, sobre los ojos, las
ojeras, ese juego sucio de las rendijas,
el sabor agridulce de las
tenazas, la acidez gástrica de la savia.
Por suerte descubrí a tiempo la
impudicia
y los patetismos de la
contradicción, la sombra que a veces se santigua
para cubrir, los pálpitos
subterráneos que muerden las funerarias.
(No era sol el azúcar en el paladar, ni líquido sagrado aquella
lluvia,
sino la noche aterida y sin escaleras:
la medianoche obtusa debajo de las axilas, el sueño cobarde de la
soledad.)
La ruindad me deja un hueco en
las sienes, —pero en todo caso—
he conocido los pensamientos
aviesos de la rabia, ese no dormir del otro
que impide el paso de la luz.
—Al menos debería haber decoro
para hacer soportable el horror;
son tristes las conciencias
transitorias, y la ruina del incendio personal.
La realidad siempre es una moneda
que alguien inventa para maquillar
su nostalgia, —de ahí que ya no
me fíe de las imágenes del horizonte.
¡Qué dicha! —ahora conozco la
pobreza en su propia sombra: contrapunto
acaso, de la fosforescencia del
pálpito.
Por suerte mi locura no me permite
antagonizar con la hipérbole.
Es probable que al amanecer salga
invicto de esta vastedad, y atrás
quede ese surtidor de pañuelos,
el hedor domesticado del delirio.
Barataria, 23.II.2013
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