martes, 12 de marzo de 2013

MADRUGADA DEL DESCENSO

Foto de Aimer la Nature (Love the Nature),
 cogida del Fb de Abilio Gomes da Silva 





MADRUGADA DEL DESCENSO




Inmóvil con la piedra ardiente del minuto que baja apresurada,
—escribo sobre la hoja demorada de la neblina, parto hacia allí donde
encajan las vértebras hincadas de las barandas,
el salmo del cuerpo en la diversidad del espejismo —bosteza la alacena
inclemente— frente al ojo que crea la barbarie y las campanas,
hay un jardín en el fondo de las aguas y un costal con estaciones del poro
mordiendo oscuras alacenas.
Tras el recuerdo en flor de la boca, los deudos y sus confesiones fatuas.
Ya casi llego, --me digo--. Ya casi la saliva de la desdicha.
¿Tiene el mundo acta de nacimiento para los amuletos, aquí junto a esa
extraña sensación de calles vertiginosas, —como algunas hojas imposibles
de asir con firmeza de árbol ilimitado?
(Un golpe en las sienes sedimenta la arcilla, cojea la armadura.)
Mis alumnos no siempre captan el movimiento de la metáfora justo cuando
se suscita en monólogo interior en la carroña progresiva del hacha.
—Bueno, en realidad, tampoco yo, puedo explicar ciertas cosas, sobre
todo, las inasibles: me pierdo entre muerte y súplicas, entre esos ciegos
misterios inconfesos, del ombligo en la gota de agua, los discursos
que hablan sobre las virtudes,
la piedra desierta de la sombra, el ápice de la lengua en el sexo,
y, hasta las alabanzas que sajan las puertas de la sonrisa.
De madrugada el descenso a la tierra: ahora desclavo el aliento de aquella
otra voz que fue, que ha sido el monumento a mi espejo…

Barataria, 04.III.2013



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