Imagen cogida de la red
ARREBATOS
dad
a mis manos la fuerza de modelar
dad
a mi alma el temple de la espada...
AIMÉ
CÉSAIRE
Dices
cualquier cosa alrededor de las palabras: los estíos y los páramos que nunca
llegarán a jardines —no deberías hablar de las grietas del cielo ni del moho acumulado
en los lóbulos del tiempo lleva cola el
viento como violines descuajados en cada
palabra muerdes los crepúsculos dejas que el alba se llene de espina y la luz
se apague a falta de árboles verdes las marejadas de polvo en las sienes y los
extravíos desaforados del eructo (por
desgracia la poesía no está hecha sólo de buenas intenciones ni de siderales
circuncisiones ni de estremecimientos a la orilla de la arena del bajo mar de
los sombreros combados de reptiles): sueñas hacia lo agreste de la sombra
nocturna de los sueños aviesos —sueñas digo pero en realidad es la sardina
derivada del adobe que sueña ser
inmortal colgada de un hilo de saliva del granito la poesía es más que una hoja
de papel cuadriculado la penuria anudándose a las raíces o el ámbar de la
tempestad del cuerpo en cucharaditas de naftalina llevas años en esa porfía de
matorral de espuma apenas astilla en imagen de tragicomedia fosa de furias
donde no hay aves sino aluviones de leña para chimeneas descarnadas la eternidad
no descansa en el vómito ni en la fascinación de la rosa flácida del pantano
cuando sólo hay esqueletos de cuervos existiendo al amparo del paisaje dadme
algo de días lanzados al fuego días maduros de intensas palabras días amargos
como el umbral de las espigas días quemados con olor inquebrantable no sólo
extrañas imágenes de fiebre no sólo lágrimas tetelques con llamaradas de
transitorio fuego dejé de creer en esas aguas turbias del espejo rutilante
debajo de la sábana dejé de creer en ciertos espacios de piel dudosa no va
conmigo el fantasma de las esponjas la desnudan que no encarna la palabra: dejé
de creer en el barullo y el confeti en los labios ciegos del ansia en ciertas
imposturas de razonamiento y en los epígrafes de las lágrimas que llevan
cerraduras oxidadas por desgracia la palabra y el poema necesitan de
dentífricos no simple claridad de hostia consagrada no una acuarela de postigos
arrugados: el firmamento es mucho más que unos dedos que escriban en la
estampida de la placenta de las dádivas a riesgo de dispersar el alcohol sin
inhalarlo hoy precisamente debo reacomodar la fatiga de todos estos aires sin
epifanía: frente a mí ya no está esa bestia insidiosa diría Ray Bradbury medusa
de la noche ya no está sino como una araña cubierta de ceniza está lejos con
sus tiliches sombríos quizás en el noctambulismo de sus propias pesadillas en
su condición de artrópodo amarillo…
Barataria,
07.III.2013
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