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OBLICUIDAD DEL TIZNE
Antes ni siquiera sabía de
los recuerdos ni de la anatomía solitaria en este matorral doméstico del
calendario ni de aquel llamado del insomnio de los escombros: desde el mercado
caduco de los manifiestos las formas inasibles de lo inmóvil y los años que
pesan literalmente cuando la niebla desfolia los ojos me anula el nombre de los
pájaros la diafanidad del agua desprendida de los automatismos estas ganas de
encontrarme con lo recóndito morder a latigazos los juguetes robados al viento mientras
la confusión en mayor en las esquinas de algún ciempiés de las pesadillas en la
legión homérica de los ataúdes hay instantes merodeando el teatro en las
arenillas del crepúsculo sangran los muchos tiempos de espinas el ala de agua
del cielo el musgo de olvido que tienen las postales los diferentes sorbos de
los calendarios —en la boca los restos de
las palabras el vacío de remiendos de las vocales y esos muelles del absoluto
donde uno siempre anda solitario (y eso
que nunca te confesaste con palabras sino con pañuelos) a ratos me resulta
torpe ese juego último de trenes cortada la aorta del juicio de la anemia
disfrazada de blancura en estos tiempos donde cualquiera blasfema es un disparo
no mayor a tanta sabandija (todo estaba pensado
para hacerte memorable) a menudo se impone la pancarta con ese sabor de
olvido y nos queda la mancha de tile de las vísceras y los huesecitos del
escarabajo de lo que omitimos (siempre
pensé en tu atalaya aunque me resultara doliente) a fin de cuentas nuestro
reino era el de la noche y la oblicuidad hasta para jugar a los juegos mayores
de los enclaustramientos: a veces me da por pensar acaso en el otro país —en el que vos y yo crecimos— haciéndonos cosquillitas ausentes de la violencia hoy inevitable
como la incredulidad a veces mordiendo el oleaje de tu ínsula trasparentando la
noche en el torrente disolviéndonos en las cacofonías del crujido fluyendo en
el verde de la ofrenda luego nos toca amordazarnos en el plato de mudez de los
olvidos o en el pez hermético de la cerradura o del poder fáctico de la monotonía —ahuyentado el sueño sólo
nos queda la sospecha y aquel amuleto roto del ala
Barataria, 2017
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