miércoles, 16 de agosto de 2017

DESHIELO

Pintura de Alexander Zavarin, cogida de Pinterest





DESHIELO




Entre la inocencia del viento oigo los furtivos fusiles del escalofrío y aquellos puñales de deshielo de la fuga del país: entre los difuntos ahogados de los espejos tu rosa de vahos en mi boca el incesto del pájaro sobre los mausoleos la sartén del vestigio en las poluciones de las semanas supongo que en las cuartillas de la patria no cabe ya nuestra tinta ni la sed reverencial de los chuchos detrás del hacinamiento de las axilas es incalculable la lluvia de pólvora en los ojos de la noche y la bestia del vómito entre los tantos fósiles atónitos con los que uno duerme  —nunca tuve más certezas que la vida enfangada en medio de fieros jardines de ceniza a veces uno tiene por imperativo que renunciar a la demencia a la afasia de los bronquios y a cierta melcocha de los falsos estupores que propician los bostezos de ese coro pétreo del poder (claro a veces sólo pienso en la madera de tus senos y su olor a aserradero a tu vellosidad  de cierzo sin la ropa íntima que a nadie le interesa) a nadie más le interesa andar a la patria en el bolsillo y sobrellevar todos los gruñidos de la muerte los interrogatorios del vacío la aglomeración de los desagües el frío intenso de la pobreza sin paraguas a nadie le importa la covacha de nuestros delirios ese castillo de naipes en promocionales o el simple féretro de los trenes donde ya no cabemos (nada ha cambiado desde entonces) aunque todo esté en manos diferentes: el erario nacional por ejemplo la embriaguez del vestigio de los retretes el aluvión de las decapitaciones pese a toda esta oscuridad todavía hay borrachos en las cunetas que acaban mordiendo su propia putridez  —vos claro pensabas en otro paraíso más benigno yo en cambio en saltar los vapores del alfabeto y en envolverme con otras cobijas que no fueran la sospecha pero eso cada quien lo sabe: al final todo nos destruye como las estadísticas de las morgues salpicadas de caries y bisturís como el invierno de la indiferencia y su impecable idiotez (ante tanta penumbra sólo te ofrezco mi ternura de andrajo al parecer muy poco para tanto disparate) a veces todo es tan oscuro como la ronca mordedura de la tempestad o el devaneo de las ojeras en el desenfreno en el rictus de la eclosión el melodrama de las cobijas rotas…
Barataria, 2017

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