Imagen cogida de la red
REGRESO A LA NOCHE
Vivimos atrapando las muertes
sórdidas en los costados. En cada
vertiente
del odre, los celajes cautivos de
la salmuera en las cálidas regiones
de la almohada. Siempre volvemos
a la redondez de los ungüentos, a ese otro
sitio de vagas soledades.
A veces el hastío muerde las
palabras que le hacen falta al musgo.
¿En qué regiones del mar es más
intenso el olvido?
—Para mi tiempo, me es suficiente
la vendimia despojada de todo artificio.
Por cierto, no creo en los
ulteriores resabios de la memoria,
tampoco en el presente que
transcurre como el aliento de lo irremediable.
Sin embargo, cada día, le pongo
esparadrapo al traumatismo de las palabras,
a ciertas palabras, al paisaje, a
los huesos del amor,
a los ojos grises del papel crespón,
a estos deseos del tacto por los
trenes.
Vuelvo a la noche. Vuelvo a las
persianas hondas de los ciegos…
Barataria, 01.X.2014
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