Imagen cogida de la red
MUNDO
Yo
recuerdo sus ojos, con aquella extraña mezcla de voluntad férrea
y
de confusión infantil.
Ilya
Ehrenburg
sencillamente
aquí perdí mi inocencia ¿en qué lugar estará la lluvia la campana dominical del
vuelo aquella muchacha irrecuperable el abecedario en el trencito de madera?
¿en qué brazos arropo mis poros? en décadas de desierto desacralizo mis
propensiones suicidas y me sumo a esos lenguajes oscuros pese a que todo hoy en
día está en peligro ignoro si la duda está al alcance de todos si es parte de
la bienaventuranza íntima: deletreo la incomunicación respiramos después de
todo en un mundo donde ya no existe la inocencia lejos está la luz y jugamos a
tirar sombras estas sombras habitan la garganta lo inmediato lo histórico el
subdesarrollo no es tal ese mundo liberado que transita sobre las aceras y
muerde los zapatos con frecuencia el patíbulo es nuestra introspección el
adjetivo despectivo muerde las páginas en blanco ¿quién descalifica a quién?
¿en qué totalidad le damos cabida a lo relativo? el mal siempre renueva su
lenguaje es paciente hasta el absoluto de los espejismos a menudo es inevitable
transitar sobre lo derruido jugar a la duplicación de las palabras suscitar con
un grito el erotismo de la flama hasta hacerle grietas a la resignación nos
deslizamos en la hipotenusa de las estatuas todo es una farsa (lo sé yo y lo sabés vos) por qué
entonces la férrea defensa de lo convexo o lo cóncavo ese susurro al oído del
desvelo la estridencia de los fantasmas la curva de los colores la exaltación a
la desgracia crece en alaridos la fauna del aliento las lianas con sus
cadáveres póstumos ¡vaya el azul de nuestra patria! nos suda la cadena en los
brazos del niño nos encorva la brasa inmunda qué forjamos entre la herrumbre y
las egolatrías entre la débil claridad que se cuela entre las hojas en qué
postigo es posible el olvido o la locura para vivir estas providencias morir en
la flor de la noche en el navío de tu cuerpo en la mañana de tus brazos hundir
mis dedos en la piladera de tu ombligo perderme en estas calles de la
melancolía el mundo es una sinfonía extraña hay matices de simbólicas afonías
voces raras mortecinas desafinados pájaros en el canasto de la ropa usada y
dulzuras dilatadas en vitrinas de pronto he sentido que me hacen falta las
palabras todo lo extraño se agiganta hasta el punto de no caber en mis manos me
pierdo en la inmensidad de mis propios tiliches las pupilas al borde del eco de
los inodoros siempre es difícil la serenidad en el contrafuego de las
contradicciones la cruz tiene brazos extraños solo hay dos posibilidades:
morimos o vivimos viajamos en el imaginario del tropel o simplemente bañamos
nuestra entraña con la salmuera del propio aliento sin más augurio que el
olvido el ojo vive arremolinado en la sangre del abandono no obstante las
palabras se desgastan en la nostalgia también hay temor en el camaleón de la sospecha
en la superficie de la telaraña o los cangrejos en este mundo que se abre solo
a los espectros la soledad y la poesía no tienen límites adoro el cuaderno de
la inocencia el sinfín descosido de mis ojeras el hueco de las puertas abiertas
ese espacio tuyo donde se alarga el viento adoro los dibujos del horizonte y
estas cicatrices que nos dejó la locura adoro el mordisco de los muladares y
esta espera que a ratos se corrompe y pervierte…
Barataria, 09.X.2014
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