Imagen cogida de la red
FALSA PIEDAD
Duelen los calcañales dobles de
este mundo y las pupilas ahogadas
de la falsa piedad: es preferible
el destello de la piedra que nos antagoniza,
las fotografías al desnudo de las
máquinas tragamonedas.
(Siempre caminamos mudos sobre la calle de la piedad; crecen los
párpados
extintos de las esfinges y esa extraña fatiga del misterio.)
¿Cuántas veces debo morir para
ver los tumultos?
Y las manos de los fieles,
¿existen? La cruz bulle fecunda; fecundo el desvelo,
pero no la aurora santa, ni la
ventana del manantial.
Parece que la bestia se ha ido
acumulando en el rocío, ¿quién es inmune
a la monstruosidad que se yergue
frente al ojo?
A menudo, mi mundo solo se llena
de nostalgia, camino hacia la sombra
del gemido, entre el destello
despiadado.
La historia humana, de pronto es
sombría: primitiva, confusa, inapresable.
Llegada la palabra última, me
urjo del olvido y de la muerte…
Barataria, 17.X.2014
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