Imagen cogida de la red
VEJÁMENES
Vos que latís en el zócalo de lo
prohibido paladeando la dádiva
de la inequidad, días debajo de
los tatuajes y los códigos del terror: siempre
es terrible el lento párpado del
estanque, los plurales enajenados
de la pesadumbre y las
convicciones en anestesia.
He visto el carnaval de los
anillos de sal, y el impar del poniente
transferido al ahogo. Nada me
dejas, sino cirios y oraciones y escapularios
y doloridas siemprevivas de
ceniza.
Hay cofres vacíos dentro de las
aguas amarillas de las heráldicas;
arden los cabellos espectrales
del musgo, —en el altar del frío, la densidad
fructuosa de los vejámenes,
las hojas del tiempo que bajan a
las sienes como señal manifiesta de la herida.
Después de los abatimientos, muchos
rostros ausentes…
Barataria, 14.VI.2014
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