Imagen cogida de la red
LENGUAJE
No
tenemos miedo del más allá que se agita como un mudo el más
[allá
que va a saltar sobre nuestra razón
y
de ese frío lúcido que vela sobre la constelación de nuestras inquietudes
más
absurdo que el muerto que han enterrado con la mitad de una
[carta en el cerebro
Vicente Huidobro
Ahogada en
el grano de maíz la nostalgia y la intemperie el nicho de las lámparas el ojo
de agua del pájaro en la inevitable caída de los coágulos: un día no seremos
los perseguidos de siempre por el hambre ni por los slogans publicitarios de la
muerte ni por la espuma desenterrada de los litorales (siempre estamos en la vecindad de la tristeza la noche es redonda como
una moneda en desuso) es cierto cuando me decís que transitamos diariamente
entre la oferta y la demanda los saldos en rojo salvo tu ombligo y poros de
primavera salvo una apostilla debajo del paraguas salvo los gánsteres que
depredan y no aúllan —hablemos de la transparencia y no de los cementerios quizá de
Comala buscando a nuestro padre entre el estiércol y tantas albas envejecidas hablemos
del aserrín fosfórico del cierzo (los
políticos los consorcios del mercantilismo los truhanes quizá nunca se ven al
espejo) su imagen siempre es adversa e irreparable yerma a menudo como un
promontorio de criptas desvencijadas siempre me ha gustado esa palabra vértigo:
pienso que son normales los mareos en un país anormal el equilibrio siempre da
la sensación de trastorno: la vida es rotatoria y mortuoria a veces salobre en
la tormenta de las parábolas Edipo en la arteria de los pinos la corrupción y
sus acólitos rondan los escarabajos en mi olfato las ratas los ciervos las
heridas el largo trajín de las moscas sobre los andenes la zarza las alambradas
del recuerdo vuelo antes de enmohecerme tras ciertas infusiones alto es el
fósforo de las estrellas que se ahueca en mis manos el espantapájaros de la
asfixia ahí en los préstamos hipotecarios de la esperanza —siempre me hablaste del Paraíso y la Tierra Santa del agua bendita
que gotea de los ventanales de su excelencia la fealdad y todos sus juegos
maquiavélicos de cierta literatura que nada tiene que ver con mi deseos: espero
mientras le hago trenzas a la luz y a la fiesta de grises afilada de los
sonidos que produce el insomnio ¿quién se atreve hoy en día a desechar los
zumbidos del miedo? ¿quién muerde el talón de Aquiles de las limosnas? me mareo
sobre la nuca de los cuchillos retorno a esta tortura de los recuerdos —a tu cuerpo y al mío— al cataclismo de las
direcciones postales: siempre tengo la sensación de leer las mismas palabras
aunque sean diferentes en dirección opuesta a lo consabido todas las túnicas
son iguales en las morgues loco yo en medio de los zarpazos del tiempo loco
entre las púas de ciertas palabras loco mirando hacia tu ventana al mar a la
pasión del nacimiento al instante del sinfín de la tinta sobre la hierba
inmolada de tus poros loco sobre la rama sexual de la sed loco en el silencio
del estruendo de la libertad (allá en
aquella sombra del aliento el tren derretido del incienso y las tantas mentiras
que inundan al país: ya hemos multiplicado los panes hasta la saciedad y el
hambre sigue como un remolino de salmuera) vos y yo envueltos en la máscara
del lenguaje ¿dónde pasamos la tormenta? ¿en qué cántaro guardamos todo lo
lúgubre las apostemas y los diviesos la sífilis el chancro de los sociópatas disonantes
del arrullo la carne despedazada de los libros? ¿qué muertos recitan nuestro
lenguaje? ¿qué fríos oran en los falos alrededor de la sal de mis ojos? ¿es un
horror el ojo bizco sobre el poema? camino con el propio purgante de las
palabras hoy mañana el rapto de lo indescifrable hondo el polvo de la luna
sobre nuestros poros sepultadas las bragas del desvelo…
Barataria, 02.VI.2014
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